10 estanterías de libro

María Bausán María Bausán
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Si hay un mueble de la casa que nos acompaña siempre ese es, con permiso de la cama, la estantería. Desde que éramos niños, las estanterías han guardado sobre sus baldas el secreto de la imaginación. En ellas colocábamos aquellas historias que nos hacían soñar cuando ni tan siquiera sabíamos leer. Con el tiempo, las estanterías, como nosotros, fueron cambiando de inquilinos. De Coleta la Poeta a los cómic de Astérix y de este a las aventuras de Julio Verne. Luego llegarían los clásicos en verso, la magia realista de Gabriel García Márquez y el universo latinoamericano, los libros de bolsillo y las novelas de misterio, los best seller buenos y los malos, la novela gráfica. Sin embargo, el último en llegar, el libro electrónico, ha abandonado para siempre la estantería, llevándose consigo una larga lista de títulos que caben sin problemas en un bolsillo. Lejos de significar esto el fin de la estantería, este mueble versátil como pocos, ha sabido encontrar nuevos inquilinos.

Y es que la estantería nació por y para el libro, pero va mucho más allá de él: vinilos, películas, archivadores, fotografías y hasta la colección de dedales de la abuela. Todo pasa por la estantería, un mueble que no tiene habitación porque funciona en todas, del salón al dormitorio pasando por el pasillo. Hablamos de estanterías originales, pequeñas y grandes librerías que ayudan a que nuestra casa se convierta en un lugar hogareño y familiar.

Érase una vez

La literatura oral existe desde que nació la palabra y la escrita desde que aprendimos a escribir, ¿pero cuándo empiezan a existir los libros? En la Antigua Grecia y en Roma los libros no eran como los conocemos ahora. No había tomos, sino pergaminos que se enroscaban y se acumulaban en un pequeño armario al que podríamos considerar el origen de la estantería. Con la llegada del papel nacen los libros tal y como son ahora. En las bibliotecas comienzan a acumularse alineados, pero en armarios con vitrinas que se cerraban bajo llave: la cultura aún era un lujo que se reducía solo a unos cuantos privilegiados.

El concepto de estantería que tenemos en la cabeza aparece durante la ilustración, cuando comienzan a desarrollarse las bibliotecas públicas. El concepto era muy básico: tablas en posición vertical traspasadas por otras horizontales, donde se podían apoyar los libros. El ejemplo que vemos en la fotografía pertenece a un increíble apartamento de Florencia que conserva ni más ni menos que 6.000 libros. En una biblioteca como esta, además de unas estanterías hasta el techo, no podían faltar unas buenas escaleras con las que recorrer, de cabo a rabo, esta maravilla literaria. La que vemos aquí tiene el riel empotrado en el techo, lo que permite que funcione como si de una puerta corredera se tratara. 

Rompiendo moldes

Pero aquellas estanterías que en el siglo XIX comenzaron a poblar las casas burguesas han ido evolucionando por obra y gracia del diseño de muebles. En su origen fueron rectangulares pero hoy en día las podemos encontrar con formas geométricas diversas. Este irregular trapecio es mucho más que una estantería. En sus huecos encontramos cajones dorados para aquello que preferimos mantener oculto. Se trata, en realidad, de un mueble multiusos para el salón, donde además de estantes para colocar libros, encontramos espacios para la televisión, el equipo de música, los altavoces y hasta un hueco para la chimenea. Un mueble a medida cuyo objetivo no es encajar en la pared como un guante, sino mostrar orgulloso sus irregulares formas, así como el estupendo revestimiento de madera de la pared en la que se apoya. 

El fin del ángulo recto

Y de una estantería que en su perímetro exterior jugaba con las formas irregulares a otra que lo hace en su interior. Esta estantería de madera de roble blanqueado rompe totalmente con el ángulo recto, creando formas trapezoidales que obligan al libro a buscar nuevos emplazamientos y posturas. En este diseño se ha primado la estética por encima de lo puramente funcional, con un resultado original y sorprendente. Pero aunque quizá no se trate de la estantería más práctica del mundo, en cuanto a libros se refiere, podremos colocar un sin fin de pequeños objetos en los huecos que sus diversos ángulos van dejando en cada estante. Ideal para habitaciones creativas de estilo moderno y trasgresor, esta estantería está compuesta por diferentes tipos de módulos, lo que nos permitirá personalizarla a nuestro antojo. 

Ilusión óptica

Parece fruto de una ilusión óptica, pero esta estantería es real como la vida misma. Sus curvas y su aspecto móvil no es arte de magia, sino de diseño. A través de unos cubos abombados o estrujados que se pueden encajar como queramos, se compone una estantería dinámica y sorprendente que dejará sin palabras a más de uno. Bien para apoyar a la pared, bien para utilizarla como separador de espacios, esta estantería cuenta con la particularidad de que no tiene apenas superficie, con lo que los libros difícilmente podrán mantenerse erguidos sin utilizar una pieza clave de toda librería que se precie: los apoyalibros. 

Un poco de movimiento

Esta estantería para libros es una revisión del modelo clásico, que se compone de tablas puestas en horizontal y en vertical creando una cuadrícula que sirve de apoyo para los libros. Sin embargo, siguiendo la estela de la anterior estantería y de una manera más sutil, este modelo también rompe con la primacía de la línea recta, creando una estantería en la que las tablas que componen los estantes presentan entrantes y salientes, formas sinuosas que aportan vida al mueble. Al mismo tiempo, en su respaldo encontramos una colorida cuerda que va enganchándose a cada tramo de esta estantería. Se trata de algo más que un detalle decorativo, puesto que esta cuerda cumple una función estructural: evitar deformaciones laterales.

Como una mochila

Esta estantería, ideal para pequeñas bibliotecas, parte de un sistema de correas propio de las mochilas que se van entrelazando entre sí  para mantener firme un mueble que, a pesar de su aparente fragilidad, es capaz de soportar el peso de una buena cantidad de libros, y cualquiera que haya hecho una mudanza sabrá bien que estos no son precisamente ligeros. Al igual que regulamos la altura de los tirantes de una mochila, en esta estantería podemos regular la altura a la que queremos colocar nuestros estantes, según el tipo de ejemplares que vayamos a colocar en ellos. 

Para los que no acumulan

Las estanterías nos invitan a acumular libros, pero a veces pueden llegar a ser un poco invasivas, de ahí que este diseño cree un modelo que es casi de quita y pón. Ideal para acumular solo los libros de temporada, esta estantería puede armarse al principio de curso y plegarse hasta pasar desapercibida cuando, al llegar el verano, nos deshacemos de los libros del curso que ya no nos valen. 

A toda vela

Se dice que los libros nos hacen viajar y con esta estantería lo haremos, tal y como dice la poesía, viento en popa a toda vela. Con clara inspiración marina, esta estantería se sirve de las sogas, aquí en color azul, para mantener la tensión en las tablas que se curvan de una manera delicada pero resistente, creando un diseño que si bien a primera vista parece frágil, aguantará cualquier tormenta literaria en la que se vea envuelto.

Para libros redondos

Si alguien ha tenido la oportunidad de visitar la increíble biblioteca de la Universidad de Salamanca, habrá podido escuchar la historia de los famosos libros redondos que allí se exponen. Se cuenta que el pensador Diego de Torres Villarroel fue enviado a París con una partida de dinero para adquirir libros que engrosaran la biblioteca de la universidad. Pero en vez de libros, el salmantino vino cargado de unos espectaculares globos terráqueos, lo cual fue muy criticado por las autoridades. Ni corto ni perezoso Torres Villarroel decidió registrar los globos terráqueos como libros redondos dando así por zanjada cualquier polémica. 

No sabemos si a cuento de esta historia se ha diseñado esta original estantería, que hace del círculo su forma de expresión. No obstante, esta estantería no está hecha para albergar libros redondos, sino libros hechos y derechos. En su interior las baldas se mezclan entre sí creando ángulos de noventa grados en los que ir colocando, en horizontal, vertical o inclinados, los libros, vídeos y cedés que tengamos. 

Reconversión

En unos tiempos de continua reconversión, la estantería busca otra manera de sobrevivir entre el mobiliario de casa. Libros, sí, pero también otros objetos que le den forma y sentido. Por eso y porque hoy en día la originalidad prima en el diseño de muebles, queremos terminar este artículo sobre estanterías con un ejemplo muy particular. De un estante de libros se ha creado este curioso mueble de almacenamiento. Repleto de esquinas, aquí no solo es posible acumular libros -si bien es verdad que no demasiados- también objetos de un tamaño tan considerable como una bicicleta. Y es que hoy en día somos casi como hombres del renacimiento: los que leemos no somos simples ratones de biblioteca. Nos gusta salir, cuidarnos y hacer deporte. ¿Acaso no es compatible eso con el placer incomparable de sumergirse en un libro?

La estantería tiene cabida en muchas habitaciones de la casa, pero donde nunca puede faltar es en el estudio. Allí, la estantería es la compañera ideal del escritorio. Si te interesa el tema, échale un vistazo al libro de ideas 6escritorios para pequeños rincones.

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