El paradigma del relax: la hamaca

Belén F. Escribano Belén F. Escribano
Moderne Möbel, Wagner Möbel Manufaktur Wagner Möbel Manufaktur GmbH & Co. KG Terrace
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Alguien dijo que es mejor morir de pie que vivir arrodillado. ¿Y qué pasa con los que preferimos subsistir tumbados? Pues para nosotros, los aventureros de la posición horizontal, se inventó hace mucho tiempo el artilugio perfecto: la hamaca. Maravilla de los dioses, algo tan simple como tender una lona entre dos árboles es hoy en día una de las formas más deseadas e incluso envidiadas de tumbarse a no hacer nada. Mítica imagen que todos queremos imitar, la de Homer con la cerveza en la barriga, sinónimo del dolce far niente, de las vacaciones intensas, de la procrastinación extrema. ¿Cómo podemos convertirnos en semejantes maestros de la holgazanería? Comprobemos varias formas de hacerlo

In and out

Según lo que conocemos, la hamaca es obviamente un invento de exteriores… o no. El ansia humana por dormir más y mejor en cualquier estancia del mundo ha empujado a las mentes creativas hasta el nivel de crear la hamaca de interior. Los salones pueden verse enriquecidos con esta estructura, y qué decir de las vidas de los propietarios. Como muestra, un botón. Una simple estructura de cuerdas ornamentadas, trenzadas para dar la máxima comodidad y coloreadas a juego con el resto de la estancia es lo que le da ese punto de clase al descanso que sin duda merecemos.

Un relax de lujo

El origen de la hamaca está en Latinoamérica, donde es un elemento casi obligatorio en cada casa, indicativo de que son los que mejor conocen el arte del descanso. Y ha evolucionado desde un par de siglos antes de que Colón llegase a América hasta convertirse en lo que es ahora, un símbolo del buen vivir. De una simple lona entre dos palos ha dado un salto hacia delante, volviéndose hasta preciosista y cargada de detalles, pidiendo que el usuario se de una siesta de alto standing

Fusiones perfectas

Pero regresemos al mundo exterior, adonde realmente pertenece esta maravilla de la creación. La evolución de la hamaca la ha reconvertido, fusionándola con otros proveedores de relajación como los sillones o los columpios para darnos inventos tan originales como esta… sillonhamacalumpio, por así llamarle, que nos garantiza a simple vista uno de los sueños más placenteros de nuestra vida.

Siestas a pares

Y descansar será cosa de uno, pero nunca sobra un poco de buena compañía. Así pues siempre tenemos la posibilidad de encontrar un pequeño hueco donde colocar dos pequeñas hamacas como las de la imagen, que permite descansar solo pero no solitario.

Tres no siempre son multitud

Claro que donde caben dos, caben tres. Y si tenemos jardín de sobra pueden ser cuatro, cinco, seis… y así hasta donde nos alcance la imaginación. O las cifras. En cualquier caso parece definitivo el que ya no es necesario el tener árboles para poder tender las lonas y descansar bajo su sombra. Al menos ya no se depende del tronco para tender las lonas. Estos combos de los que hablábamos antes son extremadamente útiles por su diseño y versatilidad.

Volver a empezar

De todas formas siempre es bonito regresar a los orígenes y volver a ver cómo las sombras de las hojas se mueven ante nuestros ojos. El frescor que dan los árboles no es sustituible por el de una sombrilla. La sencillez aquí gana, no nos vamos a complicar la vida cuando lo que queremos es olvidarnos de trabajar. Unas hamacas simples, de tela estirada bajo los árboles, le dan clase al jardín y nos permiten gozar del fresquito natural.

En cualquier lugar

Y ni dentro, ni fuera. Los porches semicerrados se pueden convertir en aliados indisolubles de las hamacas. Cruzar de parte a parte el pequeño pasillo empedrado que aquí se nos presenta hace que más que un obstáculo lo que tenemos ante los ojos es una ocasión magnífica para tumbarse en la noche y ver el cielo. O una ocasión para no perder mucho tiempo si estando ahí tirado de repente se pone a llover a cántaros y entrar en casa sin calarnos demasiado.

Versatilidad absoluta

Si el porche no es semicerrado ni abierto del todo, perfectamente se puede colgar de una viga del techo como si de un columpio se tratara. Es elegante, es sutil, se puede emplear a modo de silla o a modo de tumbona, solo o acompañado. Y la distancia al interior sigue siendo ínfima si el mal tiempo nos sorprende en un momento de perezosa inactividad.

Opciones indoor y con clase

Y dentro, más hamacas. Ya hemos visto que no son enemigas del interior sino que pueden ser poderosas adquisiciones que nos hagan ser la envidia de invitados y familiares. Mantengamos un elemento inicial, que es el tronco, y hagámoslo artificial. Y de él (o ellos) colguemos una hamaca de interior, adornada con cojines y del tamaño que nos plaza. Como la que tenemos aquí, que aparte de combinar colores y texturas con los cojines y la tela parece invitar a retozar a toda la familia en momentos de divertimento.

El paradigma del relax

En definitiva, que tanto dentro como fuera como en medio las hamacas siguen siendo la herramienta casi perfecta para dejar que nuestro cuerpo pulse el botón off y nos abandonemos al abrazo de Morfeo. Y gracias a las innovaciones que han ido surgiendo con el tiempo ya no hay excusa para combinar descanso y estilo tanto en playa como en el mar… o en nuestra propia casa.

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