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Muchas veces hemos hablado del clima como una condicionante, pero casi entendido como una limitación o una restricción, pero lejos de eso el clima puede establecer condiciones que hagan del espacio algo atípico, irrepetible o al menos fuera de esa condición. Alguna vez en un congreso alguien expuso su obra y contaba de que en esa vivienda no hacía falta que hubiera vidrios en sus aberturas por la ausencia de lluvias en esa zona donde se construía. El clima hacia que esa obra fuera particular en su resolución, pues sentí (en mi realidad constructiva, lejana a ese clima ausente de precipitaciones) ante esa obra una absoluta sorpresa. De la misma manera el clima ofrece en otros lugares, diferentes realidades y diferentes soluciones constructivas para el hábitat que en definitiva es lo que nos diferencia (conjuntamente con lo cultural) en la manera de vivir. Esta obra de Arquitectura en estudio nos trae un ejemplo de estas posibilidades que aporta el clima a una obra.
La vivienda puede sintetizarse en apenas una cubierta como elemento principal de protección ante las inclemencias del tiempo (elemento que proporciona sombra y protege de las lluvias). Esta cubierta esta representada apenas como una línea en el horizonte, una delgada losa resuelve toda la superficie cubierta de la casa, en un claro gesto de no desatacar este elemento en el paisaje.
Aquí es donde debemos poner el acento que el clima imprime a esta vivienda, dándole la clara posibilidad de ser al ambiente principal de la casa un espacio semicubierto, abierto a ambos lados y que tiene la posibilidad de abrirse o cerrarse con un sistema de celosías que se repliegan contra los bordes y liberan toda la superficie cubierta sin necesidad de vidriado alguno como complemento
¿Como calificar entonces a el espacio social de esta casa? Si en nuestra idea de estar o comedor esta la de un espacio cerrado y con algunas posibilidades menores o mayores de conexión con el afuera. Pararnos ante este espacio y tener la dimensión de lo que el paisaje ocupa en el es tener que cambiar nuestro pre concepto y entender que esto es posible conforme a un claro entendimiento de las condiciones que la naturaleza impone y que lejos de ser un impedimento o una condición, favorecen la relación de quien lo habitan con el medio, cosa que suele suceder cada vez que la arquitectura logra interpretar el medio donde se asienta.
El espacio de entrada es tan particular como la vivienda en si misma. Apenas un muro separa lo que pasa a un lado o a otro y una puerta, un único espacio conecta estas dos realidades. A través de él más que ingresar a la vivienda, entramos a un paisaje enmarcado.
La pileta que acompaña la composición (porque está más que claro que la definición de la misma está pensada junto con toda la casa) aparece como si un río o arroyo se acercara a la casa o como si la casa estuviera construida a la orilla del mismo. La relación de hombre con el agua en su espacio de hábitat es algo que viene dado históricamente y tal vez la presencia de esta pileta más allá de su utilidad recreativa venga a representar aquella primaria necesidad del ser humano.
Muchas veces hemos hablado de la relación que una ventana puede dar a un espacio interior determinado respecto de los límites de ese espacio ya sea en lo visual o en lo práctico respecto al uso. En este caso encontramos esta misma idea llevada a un extremo tal de no tener ningún tipo de límite entre el interior (si es que podemos llamarlo así) y el exterior. El paisaje se apodera de la vivienda y la vivienda se apodera del paisaje.
Si te intereso esta obra te recomendamos leer el siguiente libro de ideas:Una casa moderna llena de luz y vida natural ¡Para enamorarse!
