Arquitectura moderna para unas monjas de clausura

Marisa Alcore Marisa Alcore
Real Monasterio de Santa Catalina de Siena, Hernández Arquitectos Hernández Arquitectos Modern home
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A pocos kilómetros de Valencia, en Paterna, unas monjas dominicas hicieron las maletas hace unos meses para cambiar de residencia. Tras diferentes amenazas urbanísticas, las 30 monjas de esta congregación llegaron a un acuerdo con los interesados: el solar donde se ubicaba su antiguo monasterio sería reparcelado y en él se construirían un nuevo centro comercial de bricolaje y su nuevo hogar, el Real Monasterio de Santa Catalina de Siena. El estudio Hernández arquitectos fue el encargado de dar forma al nuevo hogar de estas monjas de clausura: algo menor que el que tenían, pero con mejorías: un diseño más contemporáneo, mejor orientado y con comodidades como conexión a Internet. 

Simplicidad, pureza y pulcritud son los rasgos de esta nueva construcción, que busca una distribución más funcional que mejore la calidad de vida de este grupo de monjas, que un día decidieron encerrarse.

La fachada de la iglesia

El nuevo monasterio tiene una superficie de 4.725 metros cuadrados divididos en dos volúmenes, que buscan la mejor orientación en relación a su función. El de menor altura tiene la forma de un cuadrado y recoge las estancias empleadas por las monjas durante el día. Es ahí donde encontramos una de las partes más importantes del monasterio: la iglesia. No pasa desapercibida, ya que el volumen de hormigón que vemos en esta fotografía, el campanario, remarca su presencia y rompe la uniformidad de esta fachada, creando una original composición. 

La composición

El otro volumen, que completa este monasterio, tiene más altura y se orienta al este. Planta baja más cuatro niveles construyen un prisma esbelto con una rítmica fachada. Su posición rompe el esquema geométrico marcado por el otro volumen y se coloca en diagonal, siguiendo la línea de la calle. Este vacío que queda entre ambos edificios se aprovecha para dotar a la parcela de una zona verde arbolada, que pueda ser utilizada por las monjas. Aquí, cada una de ellas dispone de su celda para el descanso y la oración. Sobre la cubierta, una terraza permite ver el Mediterráneo en la lejanía. 

El comedor

Siguiendo un esquema funcional lógico y cómodo, el comedor es la parte del monasterio que se ubica en el volumen que vemos en esta fotografía. De esta manera, las monjas pueden hacer uso de esta zona verde de descanso, que además se encuentra próxima a las habitaciones individuales. 

El claustro

El volumen público de forma cuadrada tiene una peculiaridad que no apreciábamos antes: en su parte central, un vacío da forma al atrio que vemos en la imagen con un olivo como protagonista. Este patio se concibe como el corazón del edificio y articula las diferentes estancias públicas en torno a él: biblioteca, refectorio, despacho, iglesia y sacristías. Su presencia, además, permite que el edificio se llene de luz natural en su interior y tenga vistas a un paisaje tranquilo y agradable. Además, puede emplearse también como zona de descanso común al aire libre. 

Los pasillos

Los largos pasillos que rodean el atrio son espacios llenos de luz y armonía. En esta imagen se hace evidente la sencillez con la que se ha abarcado la construcción de este monasterio. Tanto exterior como interiormente, se emplea un lenguaje simple con líneas rectas, formas puras. El color blanco toma protagonismo tanto dentro como fuera creando una atmósfera pulcra y celestial. Se han empleado materiales con acabados sinceros, huyendo de decoraciones y de diseños ostentosos. 

Detalles

Para mejorar la calidad de vida de las monjas, muchas de avanzada edad, el proyecto cuenta con una serie de detalles, como la barandilla metálica anclada sobre la pared, que emplean las monjas con dificultad para desplazarse. 

La zona de rezo

Otro de los lugares más mágicos del monasterio es la iglesia, a la que se accede desde la fachada principal subiendo unas escaleras. Está compuesta por dos zonas, separadas por ese bajo parapeto de vidrio. La zona que observamos en esta fotografía es la reservada para el coro y para el rezo de las monjas. También aquí la ornamentación brilla por su ausencia. Tan solo un volumen limpio y blanco con pocas ventanas, donde habitan piezas de mobiliario que datan del siglo XV. En la pared del fondo, donde se encuentra el altar, dos brechas dibujan una haz de luz en forma de cruz. 

La zona para los fieles

Tras los muretes de vidrio que veíamos en la imagen anterior encontramos la segunda zona de esta iglesia, dedicada para los fieles. Aquí, la sencillez del edificio combina con las nuevas piezas de mobiliario elegidas como bancos. Las ventanas, alargadas y estrechas, no solo crean una original composición en la fachada de este edificio, sino que introducen la luz en su interior con una nota mística. Un patio alargado son las únicas vistas que se abren a fuera. 

La biblioteca

Entre las diferentes estancias que encontramos en el volumen público se ubica la biblioteca. Este lugar diseñado con grandes estanterías sobre sus paredes es empleado por las monjas como zona de lectura y estudio. 

Las habitaciones

En cinco niveles diferentes se reparten las habitaciones privadas de cada una de las monjas. Todas ellas están orientadas al este, para aprovechar los mejores rayos de la mañana. Son cómodas y cuentan con todas las facilidades necesarias: zonas de almacenamiento en forma de armarios y estanterías, un pequeño escritorio y un moderno cuarto. Este último aunque no tiene ventanas también recibe iluminación natural gracias a sus paredes de vidrio translúcido. 

Por la noche, el claustro

Finalizamos este recorrido por esta obra religiosa y contemporánea con esta visión nocturna del claustro. Aunque nadie negaría que este edificio responde a un diseño contemporáneo, es en esta parte donde busca su conexión con los monasterios clásicos. 

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